Murallas romanas de Sevilla
Sevilla posee uno de los tres centros históricos mayores de Europa. Este casco antiguo viene delimitado por las murallas que rodeaban Sevilla desde tiempos inmemoriales. Concretamente, estas murallas fueron construidas por orden de Julio César en tiempos de la dominación romana, sobre el año 65 a.C., y ampliadas por César Augusto al crecer la ciudad. Anteriormente Sevilla disponía de una empalizada que habían realizado los cartagineses, que era insuficiente para la protección de la ciudad.
En la época árabe mandaron fortalecer las murallas, que a raíz de un ataque vikingo fueron destruidas. Se tiene constancia de que en los años 913 y 1023 se volvió a levantar o reforzar el amurallado de la ciudad para protegerla de los ataques de las tropas cristianas en plena conquista de la península.
Subsistieron hasta el siglo XIX, siglo en que fueron parcialmente derribadas tras la revolución de 1868, conservándose en la actualidad algunos paños en el barrio de la Macarena y el entorno del Real Alcázar de Sevilla, principalmente.
No es baladí considerar las defensas de Sevilla como una de las más impresionantes de Europa, casi 7 km de longitud, 166 torreones menores, 13 puertas y seis postigos, de las cuales permanecen únicamente cuatro: la puerta de la Macarena, la puerta de Córdoba, el postigo del Aceite y el del Alcázar.
Los restos conservados en la actualidad mantienen un aspecto claramente almohade, mezclado con el aire clasicista que le proporcionaron las restauraciones de las puertas existentes en el siglo XVIII.